- El Estado Islámico ha impuesto en la ciudad de Mosul su barbarie y una estricta, y cada vez mayor, lista de normas islámicas.
- El diario El Mundo ha tenido acceso directo a testimonios y víctimas de la brutalidad del Estado Islámico en la ciudad.
Los cigarros y las pipas de agua están prohibidas. Sólo se pueden leer libros… que versen sobre religión y hayan sido aprobados por los yihadistas. Las bibliotecas están cerradas. Se detiene y azota a quienes reniegan de la barba. Hay multas si no vas a la mezquita. Y seguir por televisión los partidos de la liga de fútbol española se castiga con 80 latigazos.
Es la dura realidad de vivir en Mosul, bajo el yugo del grupo terrorista EstadoIslámico. El diario El Mundo ha tenido acceso a testimonios directos del infierno bajo el Estado Islámico, que han ocupado amplias zonas de Irak y Siria, bajo su autodenominado califato.
Mosul es el epicentro de un régimen que -bajo un intenso y eficaz uso de la propaganda- ha consolidado su poder a golpe de castigos brutales, limpieza étnica, estricto control de la moral pública y una lista de prohibiciones que no deja de aumentar.
Todo está regulado: desde los servicios públicos, la educación, asuntos judiciales o la policía dedicada a supervisar la moralidad pública.
El horror del EI, que exhibe macabras crucifixiones, lapidaciones o amputaciones y la eliminación del patrimonio arqueológico, y las duras leyes, falta de libertad y brutalidad han llevado a muchos a huir, de manera desesperada. El diario recoge la historia de Abdalá Mohamed, vecino de un barrio de la ciudad, que evacuó a su esposa e hijos a través del río pero acabó en manos de los yihadistas cuando volvió a recoger una última pieza de equipaje. No sobrevivió.
Pese a que los ataques aéreos de la coalición liderada por EEUU desde el pasado verano el EI resiste. Desde el inicio de la ofensiva, los aviones aliados ya han lanzado «casi 1.900 ataques aéreos dinámicos» que han posibilitado la destrucción de cientos de instalaciones y posiciones yihadistas.
Estados Unidos cuenta en Irak con la colaboración de Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Jordania, Países Bajos y Reino Unido, mientras que en el caso de Siria participan Bahréin, Canadá, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
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